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15 jun 2015

Viajeros intrépidos: Jorge Juan Sánchez García, el incansable y apasionado viajero

Hay muy pocas personas en el mundo que hayan viajado y conocido todo el mundo de primera mano (unas 200 o menos). Eso conlleva toda una vida y a eso se ha dedicado durante toda su vida, desde los 14 años, Jorge Sánchez. Su vida es un viaje continuado por nuestro planeta para cumplir una meta y un sueño. Desde niño añoró viajar, tras leer el libro de "Las Mil y Una Noches".


Jorge Sánchez ha estado en todos los países del mundo. Ha escrito más de 20 libros sobre viajes y conoce más de 8 idiomas. Ha estado en todos los conflictos armados. Ha vivido mil experiencias, algunas de ellas muy duras. ¿Porqué nadie le hace una película al hombre que estuvo allí? Es el aventurero español de este siglo.



Como el señala en su Autobiografía:
Influido por estos ideales un fausto día decidí recorrer, no sólo la India y Nepal, sino el mundo entero en siete largos viajes para aprender sobre las cuestiones que me turbaban en esos tiempos, utilizando el autostop, durmiendo en parques, bajo los puentes, o en nidos de cigüeñas, y trabajando en los países que atravesara para sufragarme los gastos más imperiosos.Tras una vida viajera parecida a un cuento, en el año 2003 pude proclamar haber visitado con cierta profundidad la totalidad de los 192 países existentes en la Tierra. A lo largo de esos siete viajes en busca de conocimientos me vi involucrado en un sinfín de aventuras que a punto estuvieron de costarme la vida. Varias veces estuve en prisión por atravesar fronteras prohibidas en Chad, Paraguay y Georgia. He sido capturado por las guerrillas de las FARC en la cordillera de los Andes. Me han encerrado en un calabozo al ser confundido por mafioso en las Islas Bermudas. He sido punto de mira de armas de fuego en El Salvador, en Nicaragua en tiempos “sandinistas”, y en la zona tamil de Sri Lanka. Me condenaron a 5 años de cárcel por “espía” en Kabul; viajé en pateras a Borneo con los badjaos esquivando a los sanguinarios piratas joloanos del archipiélago filipino de Sulú; estuve cerca de la muerte cuando, débil y enfermo de malaria, fui atacado por millones de hormigas carnívoras “magnan” en las junglas del Parque nacional Taï de Costa de Marfil, a las que rechacé con fuego hasta que amaneció; me he visto con un revólver calibre 38 en el cinto en un centro de narcotraficantes peruanos del Amazonas donde trabajaba de “pistolero” en un club de lenocinio; sobreviví de milagro al maleficio de Nan Madol en la isla micronesia de Pohnpei; me han bombardeado cazas rusos en los valles del Hindu Kush, y aviones ingleses y estadounidenses en Bagdad en tiempos de Saddam Hussein; he sido expulsado de la belicosa isla de Bougainville por los guerrilleros; me han deportado de Somalia, Kazajstán, Sudáfrica, Colombia, Sinkiang, Afganistán, Tíbet, y del impenetrable Reino de Mustang en el Himalaya; he sido buscador de oro en las selvas entre Bolivia y Madre de Dios; me relacioné con contrabandistas de ginseng en Corea del Sur; y un largo etcétera de experiencias inusuales.Por un lado sentía piedad hacia mis semejantes que no viajaban; incluso en mi juventud los consideraba desventurados y mi corazón se afligía cuando los veía sufrir, o cuando se gastaban el dinero en cosas estúpidas. Me preguntaba con estupor: “¿Por qué eligen la prisión? ¿Es que no se dan cuenta de que hay más cosas en esta vida, y que pronto se morirán sin conocerlas? ¿Por qué no se extasían ante la visión de un mapamundi y lo dejan todo para viajar?” Y pensaba: “Se están perdiendo el admirar nuestro apasionante planeta y el contacto con pueblos de costumbres sorprendentes, lo que les haría tener una concepción más amplia de la vida y les transformaría la mentalidad al reconocer la magnificencia del mundo, las leyes que lo rigen y su infinita pequeñez física en él, y tal vez ello les motivaría para elevar su ser inquiriéndose sobre el sentido de sus existencias”. Mas pronto comprendí que todos no podemos observar el Camino del Viajero. La Naturaleza es sabia y lo tiene todo previsto. 
En la actualidad, nada más reunir el dinero necesario para un nuevo viaje, ya sea ejerciendo de guía turístico “free lance” (más “free” que “lance”) en la Costa Brava, o de la venta de mis libros, rápidamente remonto el vuelo a islas prácticamente impenetrables para seguir aprendiendo, procurando al mismo tiempo mantener una actitud correcta ante la vida, como un monje peregrinando por su templo, el planeta Tierra, tratando de observar los principios de compasión, agradecimiento y ética.Según una conocida fábula oriental, un barquero ha de cruzar al otro lado del río una col, una cabra y un lobo, sin que el segundo se coma al primero ni el tercero al segundo, pudiendo llevar en su barca en cada viaje una sola cosa. Si el hombre, como el barquero, logra vivir armoniosamente con esos tres elementos dentro de sí evitando que se devoren mutuamente: el cuerpo, los sentimientos y la mente, la propia acción del tiempo le convierte finalmente, de manera natural, en un ser sabio, y entonces la búsqueda del “nirvana” y de Dios deja de ser importante.
Fuente: http://jorgesanchez.es/
En su canal de Youtube puedes ver algunas entrevistas: youtube.com


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